VADOCONDES
UN PUEBLO QUE SUPO CONQUISTAR HEROICAMENTE SU TITULO DE VILLA
La
fecundidad de que el Duero es portador inagotable, podemos decir que ha
sido transfundida a las villas que a sus orillas nacieron y de sus aguas
vienen cobrando lustre y riqueza. Vadocondes no es, ni mucho menos, una
de las menos famosas. Hay en su historia motivos de máximo interés;
viejos privilegios lo confirman y prueba en sus actuales moradores el
temple y el espíritu heredado de sus mayores y hechos patentes
en cuantas ocasiones les dio nuestra historia.
DEL NOMBRE DE LA VILLA
Es
opinión común de cuantas se han ocupado de la historia de
este municipio, que su nombre antiguo era Vadecuendes. Con este nombre
figura en el libro de Becerro de las Merindades de Castilla. Igualmente
se transcribe en un documento de 1536, relacionado con el proyecto de
canalización del Río Duero.
El dictamen técnico del "maestro de aguas" dice entre
otras cosas: " a todo mi leal saber y entender, según mi arte,
sin mentira, e para mayor provecho, so cargo de juramento que tengo hecho,
digo que por la parte de Valdecuendes, por la dehesa que se dice do Valdequma,
que verná el río un rato por el término de la Vid,
e otro por el término de Valdecuendes e otro por el término
de Fresnillo y luego entra en el término de esta villa (de Aranda),
en el Allendeduero, que dicen..." Una vez comprobado el nombre antiguo
de la villa, queda por descifrar su significado: Val, quiere decir "valle"
de "Duendes". ¿De dónde se derivará? Es estudio
muy interesante, que puede llegar a concretar casi la fecha de su fundación.
¿Cómo y cuando se operó el cambio de Valdecuendes al actual
Vadocondes? La Historia guardo, o acaso algún secreto pergamino,
estas incógnitas que son interesantes de descifrar.
UN HECHO DECISIVO Y HEROICO
Un
privilegio, por más interesante, confirma la concesión del
título de "villa" al actual Vadocondes. Un pergamino,
celosamente custodiado, lo atestigüe, a la par que un monumento lo
perpetúa.
Nos encontramos en el siglo XIV. El rey Fernando IV
se halla en el término de estas villa. Un gran peligro corre su
vida y son precisamente los vecinos de Vadecuendes quienes libran al rey
de seguro riesgo de muerte. En esta lucha toman parte, al menos así
lo insinúan las historias, hombres y mujeres, si bien este segundo
extremo no es compartido por todos los que se ocupan del suceso. Pero
si es indiscutible que los habitantes de la villa lucen su valor y tienen
a gala ser ellos quienes al rey pongan en zona de seguridad.
Agradecido el monarca, otorga a la comunidad
el título y privilegio de "villa". El pergamino lo atestigua,
con una relación, además, de las exenciones que a él
van anejos. Su fecha entre los años 1312 y 1326, que en esto no
andan de acuerdo los historiadores. En el salón del Ayuntamiento
aun puede verse una copia fotográficas del original del documento,
objeto de la máxima curiosidad de los eruditos e historiadores,.
En el archivo de la Casa Consistorial hay, asimismo, abundantes documentos
sobre la historia de la villa, entre los que se destacan pleitos con la
"Mesta", sobre pastos y paso de ganados, así como sobre
el aprovechamiento de aguas, por no hacer más prolija esta crónica,
sólo mencionamos su existencia, dejando para otra ocasión
el estudio más detallado
EL ROLLO Y EL ESCUDO (REAL
DE CASTILLA) DE LA VILLA
Cualquiera que entre en Vadocondes por la carretera
que, partiendo de la general a Soria se desvía hacia el pueblo,
se verá gratamente sorprendido al encontrarse con un lienzo de
muralla, franqueado por un robusto arco de medio punto sobre el que campea
un escudo con las águilas imperiales.
Si el viajero, animado por esta pétrea invitación
penetra en la callejuela, que suavemente se ondula hasta mirar a la plaza
de la iglesia y después de admirar su bien robusta torre tuerce
un poco a la derecha, se sorprenderá nuevamente con la contemplación
de un rollo, de aire gótico, cuyo torneado fuste se ensancha en
cuatro cabezas de león, coronadas a su vez por una cruz. Inmediatamente
se preguntara: ¿Qué representa todo esto? La misma pregunta nos
hemos hecho nosotros. Y, justo es confesarlo, sólo a medias, quizá
por carecer de datos, podemos dar la respuesta.
La muralla arriba mencionada está franqueada
por la llamada "Puerta Nueva" y el escudo es el Real de Castilla, con
las características águilas imperiales, que se ven en tantos
escudos de esta misma época. Esta "Puerta Nueva" es el resto de
una fuerte muralla que rodeaba la villa, defendida y protegida de las
furias del Duero, por un potente malecón de piedra de sillería,
que aún hoy se muestra triunfador de las avenidas del Duero.
Sabemos y así lo continúan diciendo los
historiadores, que Vadocondes tenía un castillo, aunque de él
no se conservan restos. Se supone desaparecido en la primera mitad del
siglo XIX. ¿Acaso las tropas de Napoleón en su marcha hacia Soria,
después de su estancia en el valle del Duero, rematarían
su ruina?
Mención aparte merece el rollo que aún
hoy puede admirarse en la Plaza Mayor y cuya composición arquitectónica
es demás interesante. Esta rematado por cuatro cabezas de león.
Algunos insinúan que son dos leones y dos leonas, queriendo ver
en ello el gesto de los hombres y mujeres de la villa luchando en defensa
del rey, durante la batalla a que antes hicimos mención y de cuyo
feliz resultado arranca el privilegio de concesión del titulo de
"villa", más la serie de franquicias y exenciones de que fue objeto,
en premio a acción tan valerosa como noble. El antes citado don
Valentín Dávula Jalón insiste en que, aún
dada por supuesta la intervención de las mujeres en la batalla
en que se salvo el rey Fernando VI, el rollo representa cuatro cabezas
de leones. Lo que si es innegable es que este monumento perpetúa,
de un lado, el glorioso hecho de armas y de otro, el otorgamiento de la
independencia, del derecho de la soberanía de la villa y de la
confirmación de numerosos y valiosos privilegios. Así debe
interpretarse ese testimonio de la grandeza de la villa.
UNA CURIOSA VENTA DE UNAS CAMPANAS
Sin duda, visto a distancia, lo que más
llama la atención de la villa de Vadocondes es la robusta silueta
de la torre de su iglesia parroquial. En verdad que parece seguir pregonando
la recia estirpe de sus antepasados y el invicto tesón de sus actuales
moradores. Pero lo que muchos no saben es que esta torre no es la torre
de la iglesia primitiva, pues ésta tuvo que ser reedificada. Bien
se advierte en su posición que parece indicar que fue algo añadido
posteriormente a la fábrica anteriormente existente.
Debió ser así, pues en la Historia de
Aranda, celosamente recogida por el obispo don Silverio, se dice que en
el trabajo de reparación del chapitel de la iglesia de Santa María,
que se hundía y en la compra de tres campanas nuevas, "para las
cuales se aprovechó la ocasión de haberse hundido la torre
de Vadocondes para comprar el metal de sus campanas por valor de 77.250
maravedies". Ocurría esto durante el curato del Bachiller Contreras,
hombre que dejó de su paso una estela brillante y eficaz.
De aquel hundimiento partió la construcción
de la nueva torre, de recia y a la par sobria arquitectura emergiendo
airosa del conjunto de la iglesia, en la que se puede apreciar las nuevas
tendencias del paso gótico al renacimiento y plateresco.
Pasado el alud de la guerra de la independencia, cuyas desastrosas huellas
dieron al traste con el castillo que antes tuviera la villa, ésta
conoció una lenta pero segura rehabilitación. Volvió
la calma a sus campos, volvieron los brazos a empuñar el arado;
volvió la villa a recobrarse y hoy, asentada a la sombra de su
torre secular, bailando en sus fiestas mayores, en torno al rollo que
le atestigua una gloriosa y ejemplar ejecutoria histórica, continuando
el culto ancestral a sus patronos Cosme y Damián, en la ermita
que en su honor fuera levantada y en la que se consagran tantos nuevos
hogares, Vadocondes sigue la estela de sus virtudes y de sus gloriosos
"fechos".
La Puerta Nueva, coronada por el escudo real de Castilla,
con las águilas del imperio, se abre a la infinita corriente del
Duero, que lame los muros de la villa y le trae vocación de heroísmo.
La villa se concentra en torno a la vigía de su torre parroquial,
al lado de la cual la esbelta columna del rollo va desgranando el romance
de aquella batalla, en que los vecinos de Vadocondes, hombres y mujeres,
se juramentaron a perder sus vidas, si preciso fuera, por salvar su honor
y a su Rey. El Rollo perpetúa aquella gesta, mientras el pergamino,
custodiado celosamente, cuenta a las generaciones cómo fue de generoso
el rey, salvándose por el valor de unos vasallos leales.
Entre la iglesia y el rollo las casas blasonadas siguen
alineándose como un ejército en disposición de combate:
aún tiene la villa de Vadocondes el mismo aliento que otrora la
alzara a la categoría de villa, tan codiciada y que ha sabido demostrarla
en los más cercanos tiempos, en que sus hijos mantuvieron el honor
y el valor heredado de sus mayores.
El escudo, que se abre al aire y al sol encima de la
Puerta Nueva, es el testimonio de la perennidad de las virtudes por las
que el antiguo Valdecuendes, el actual Vadocondes, ha sabido ser protagonista
del mejor hacer y más leal combatir.
Información
extraída de la revista A.D.C. Los Arcos(Agosto 1989 - Nº 1).
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